No me chilles que no te veo

No me chilles que no te veo, es el título de una película cómica de 1989 dirigida por Arthur Miller que cuenta las peripecias de dos personajes, uno sordo y otro ciego, sospechosos de asesinato, que tendrán que ayudarse para mostrar su inocencia, uno pondrá la vista y el otro el oído. Inicialmente parece una situación paródica y extrema con el fin de generar material para una comedia, pero tomando esta situación como metáfora quizá sea más habitual de lo que parece.

Desde la PNL se llama sistema representativo a la forma en que recogemos, almacenamos y codificamos la información captada por los sentidos. Se reconocen tres:  el visual, el auditivo y el kinestésico. Obviamente todos participamos de los tres sistemas, pero en distinta proporción y tendemos a identificarnos y filtrar la realidad a través del protagonismo de uno de ellos.

Así en la ´persona visual´ dominan las imágenes, ella ve la realidad, habla con tendencia a ilustrar, las ideas le parecen brillantes, oscuras, grandes, pequeñas, lejanas… Puede tener días negros en que parece que le han echado un mal de ojo o le ha mirado un tuerto, o días luminosos y coloridos en los que los planes le salen redondos. Ve lo que el otro quiere decir, con panorámica o haciendo zoom y bien puede visualizar una escala de grises porque la vida no es blanco o negro, aunque la pintes de rosa. Es decir, imágenes por doquier en el cerebro y donde la palabra corre intentado seguirlas el paso y no quedarse atrás. De ahí la tendencia a un hablar rápido y a una respiración algo más superficial.

En la ´persona auditiva´ domina el sonido y las asociaciones textuales. Las cosas tienen armonía o chirrían, le suenan a chino o a música celestial si es que no hace oídos sordos o ya ha oído campanas sobre ello, puede pedir o dar explicaciones palabra por palabra, centrarse en el tono del que habla o en sus silencios, calificar algo de inaudito o aplaudirlo porque está muy bien afinado y da en la nota justa produciendo un eco que les resuena. Aquí la tendencia es a una palabra más expresiva y resonante y una respiración de pecho más plena.

En la ´persona kinestésica´ dominan las sensaciones corporales. Las conversaciones suben o bajan de temperatura, los temas se abordan con más o menos tacto y equilibrio, pueden resultar cansinos o poner la carne de gallina. Se puede sentir presionada o liberada antes unos argumentos que siente tibios, pesados, punzantes…Le puede pesar tomar decisiones o se lo puede tomar a la ligera por áspera que sea la situación porque al final sabe suavizarla y refrescar el ambiente. Es decir, un sinfín de sensaciones que suele comunicar con una hablar más pausado, dando tiempo a la percepción corporal, y una respiración más profunda, de estómago como dicen algunos.

Es fácil pensar a estas tres personas tipo en una reunión para afrontar un problema. El visual preguntándole a sus compañeros: ¿y vosotros cómo lo veis?; el kinestésico preguntando: ¿y vosotros cómo lo sentís; y el auditivo preguntando: ¿y a vosotros como os suena?. Cada uno enroscado en su forma de percibir sin que sus preguntas resuenen en los demás y la empatía quedando cortocircuitada. Claro que también es fácil pensar en cada uno preguntando al otro en función de su sistema representativo favoreciendo que despliegue sus opiniones y aprovechando la diversidad de las sensibilidades. Se siente diferente, nada que ver, otra onda.

Pero aun así el cómo recibimos las opiniones del otro y nuestra empatía estarían limitadas por nuestro propio sistema representativo a no ser que cada uno desarrollase al máximo su base sensorial (visual, auditiva y kinestésica) y tuviese un acceso verdaderamente fluido y dinámico a estas tres formas de representación permitiendo una percepción más global e integrada de la realidad. Lograr lo que se podría llamar una mayor plasticidad representativa dónde la empatía se viese facilitada y nuestras experiencias fuesen más ricas y completas. Quizá estos tres sistemas, sin disociaciones ni jerarquías previas, se volverían una suerte de mosqueteros internos con su solidario «uno para todos y todos para uno». Y como lo integrado produce sinergia, quizá hasta veríamos, escucharíamos, sentiríamos mejor y no nos tendríamos que chillar porque no nos vemos.

¿Amor a primera vista? Y a primer oído y a primer tacto…

David García

Consultor estratégico de investigación